¿Cómo llegar a la herida abierta al vértigo
que entre tus muslos sostiene el mundo?
Escucho tu voz de aguardiente
y repaso las sílabas que me nombran.
Con el remolino de mis manos
soy un nuevo alhaquín
para tejer en tu piel un paisaje de luz.
Quiero deshacer la holgura de cada palabra,
el silencio que habito al respirar,
hundirme en el abismo inguinal de tu cuerpo,
saberme perdido en cada impulso de tus caderas
trayéndome el almizcle de tu deseo
a golpe de mareas a mi boca.
f.
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