Entre los dos hemos creado un mundo
ajeno y silencioso al quehacer de los días.
Y sabes de la luz y sabes de la sombra,
de este océano profundo y oscuro,
en el que tu cuerpo y el mío habitan una isla.
Dirás del tiempo, su zozobra de muerte.
Dirás de la distancia que abre surcos,
que quiebra y canta en la noche su canción triste.
Pero sabes que es igual,
pues todo lo que hables será del viento,
y tu boca, y tu piel, anhelantes,
seguirán buscándome
nada más que se cierren tus ojos.
f.
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