Sabes que la vida se esfuerza
en que respiremos trece veces por minuto,
pero tu cuerpo y el mío
piden encender la noche deshaciendo nudos.
Te nombro despacio: eres mi sed.
Calcino cada instante como si fuera incienso.
Domino el silencio y te respiro.
Hay un aroma en tu piel
que guarda el de las noches de verano.
Quiero deshacerte,
derretir tu voz en gutural queja,
que enhebres tus piernas a las mías
y aprietes fuerte, sin final,
para que entrando en ti
seas una vez más la razón de la luz.
f.
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