Camina descalza sobre mi tierra.
Mete tus manos.
en mi piel.
Escucha el viento,
sus hélices precisas sobre tus caderas,
anhelantes, se dejan llevar
por las consignas de la tarde,
y quieren el vaivén,
la lumbre que hace que cierres los ojos,
crezcan en dureza tus pechos
y el valor de la sal gane en tu cuerpo la partida:
afloras como un almendro en invierno.
F.