viernes, 30 de junio de 2023

No hay lugares donde cobijar el vuelo de los pájaros.

 




El río en invierno. Esta lejanía.

Anne Michaels



No hay lugares donde cobijar el vuelo de los pájaros.

Anda despacio por mi cuerpo la caricia de su boca,

una hondura húmeda y caliente deshaciendo el frío.

Cubro mis ojos con los suyos.

Un astrolabio de noches

termina siempre en sus dedos,

yemas que amansan

y traen a los muelles del deseo

el quehacer de sus muslos,

el lugar donde nace el mundo.




F.



 


viernes, 23 de junio de 2023

No me reconozco

 


No me reconozco
en el límite de tu boca.
Soy lo inexacto,
lo que no puedes medir
con tus manos de ánfora
y que sin embargo respiras,
entregada a subsistir conmigo,
cuando todas las palabras "han perdido pie"
y crece en tu piel la profundidad de la noche.


F.


viernes, 16 de junio de 2023

Abría las manos

 



Abría las manos y en ellas quedabas tú, en la longitud exacta de tu cuerpo desde tus pies pequeños hasta tus ojos, un campo de oquedades y recovecos en medio del silencio que remarcaba tu respiración, mientras mis dedos, lentamente y en la oscuridad de la noche, se adueñaban del sonido gutural que como un murmullo salía de tu boca.


F.



viernes, 9 de junio de 2023

He escrito tu nombre con letras rojas

 







He escrito tu nombre con letras rojas

sobre la herrumbre oscura de los barcos mercantes.

He visto zarpar la noche en la proa del mar.

Un viento altano, húmedo de invierno,

traía el fragor estremecido de tu boca,

el cálido jugueteo de tu lengua en mis labios,

el frío de tus manos pequeñas

buscando por dentro de mi pantalón,

frotando tus pezones en mi pecho,

rozándote conmigo sin temor,

mientras el tiempo detenido

sobre tu cuerpo

apenas era un presagio

de lo que nunca sabemos traerá el mañana.



F.


viernes, 2 de junio de 2023

Todos mis silencios

 




Todos mis silencios tienen la bruma de la noche.

Tu cuerpo deja entre mis dedos frases que nunca acabamos,

verbos que nos derrumban, huellas que traen lo ácido,

la dulce cadencia acelerada de la respiración.

Hay en tu espalda un viaje que tiene límite en mi boca,

luz encendida de mi saliva,

escalofrío que deja el paso candente de mi lengua.

Soy la sombra que te recorre,

la voracidad de la sed que me consume,

el quehacer de dos cuerpos que se funden

erigiendo el tiempo de lo que se hará inolvidable.


F.