Voy a beber despacio, saboreando en mi boca todos los taninos de ese vino oscuro en que me nombras, voy a posar mis labios en tu copa, sentir el almizcle caliente de tu esencia. Dejaré que mi lengua se relama en esa cavidad de luz donde tu mandorla se me entrega, como fruto maduro, para que sepa mi boca de todo lo que guardas para mí y a la vez sientas en mi ansía de devorarte la delicadeza que esgrimo al contacto de tu cuerpo.
F.
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