He cruzado al otro lado, una orilla donde pregonar la luz.
Desde esta esfera de tiempo mis manos son raíces de bosque
y buscan sembrarse en las laderas de tu orografía.
Casi sin querer me inundo de ti,
rodeo tu isla diminuta como un puente prendido a los sentidos.
Escribo tu nombre en la pequeña playa,
suena como una melodía en la que hay aromas de ti
y esa fronda oscura que remueve el viento cuando te pienso.
F.
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