Erguido sobre el tiempo abro mis manos a tu cuerpo,
soy lo intransitivo de los verbos,
los complementos del aire,
la humedad de tu boca,
el anhelo de tu sexo...
Duermes en mí y me abrazas en el océano.
Tanto goce, tanto dolor de ausencia,
tanta lumbre en el viento...
el hambre y la sed de los dos
como cartas marcadas en la anatomía.
Presiento el vaho del otoño en los cristales,
tu boca roja en un beso,
como una flor que me espera desde el infinito.
f.
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