Me aferro a la luz y al cuchillo.
Mi boca se hace lumbre
cuando tu espalda es la caliente referencia del deseo.
Me cubre el murmullo de las hojas del bosque,
Un viento húmedo que enaltece y deja sobre lo que toca la ansiedad.
Soy lo perenne de la brújula,
lo imantado que trae hasta tu piel las sílabas que nunca olvidas.
F.
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