La lluvia cayó sobre las hojas
hasta agotar los números del tiempo
J. A. Valente
El desdecir de la noche nos trajo la tibia distancia,
enmudeció el agua que caía y el viento que arreciaba en la ventana.
Me acosté contigo y sentí pararse el mundo,
inquietarse a los planetas y a los astros vagar sin rumbo,
solo nos delataba la música de la viola que trajo la lluvia.
Sin tiempo, sin historia,
nos quedó el naufragio vivo de los dos.
El vaho de tu boca nombrándome,
mis labios dejando en cada sílaba parte del misterio.
Casi derruida la oscuridad,
los racimos del alba en la piel,
enlazados, me dabas tus pasos de humedad,
mientras yo descendía por tu anatomía
sin más orden que el engendrado vaivén de la marea:
entrando y saliendo de ti
para descubrir la holgura y la verdad.
f.