Mis manos sostendrán el tiempo

 

Mis manos sostendrán el tiempo, 

la lluvia, el viento y sus tormentas…

tú, abrirás las esquinas de tu cuerpo 

para que me haga un atlas privado para los dos, 

con todas tus islas escondidas, 

donde poder guarecer cada uno de mis gemidos.



f.

Arrasaré

 

Arrasaré el silencio escribiendo en tu piel 

con la humedad de mi lengua los versos prohibidos…

solos en medio de la tierra 

cuando las voces buscan apagarse en el otro.



f.

Me vas a amar

 

Me vas a amar
como solo saben amar
algunos pájaros: Para siempre.



f.

Quería poder recordar mis viajes por su cuerpo

 

Quería poder recordar mis viajes por su cuerpo
como esos días de avenidas y tormentas
en que nunca sabía cómo íbamos a acabar,
si solo, en medio de un amanecer al borde del espasmo
o juntos, entre las sábanas revueltas de un hotel de dos estrellas.
Todo era improvisar, arder en lo fugaz,
la búsqueda del asombro de las cosas,
el quemarnos, deshacernos, probar todo lo posible...
corriendo el peligro de vivir,
sin sospechar que no éramos,
entonces, ni siquiera capaces de decidir sobre nosotros,
y cuando lo hicimos, nunca más volvimos a vernos.




f.

Un día

 

Un día arrancaré ciertas palabras del diccionario de tu cuerpo, 

aquellas que llevas talladas a golpes de silencio 

y que se han modelado con tu respiración...

un día escribiré un poema con todo lo que de ti todavía desconozco.



f.

Conduzco mis manos

 

Conduzco mis manos por tu cuerpo,
son sendas de luna y calima en la sangre.
Vienes y me pides: “devórame ahora...
mis pechos quieren el dolor de tu boca
y mis ingles la inquina sagrada de tus mareas.



f.

Me hundo en ti

 

Me hundo en ti
y con mi boca recorriendo tu cuerpo
descubro un nuevo mundo de islas y continentes.



f.

Prender el fuego

 

Prender el fuego,
ser la brasa de la madera calcinada….
y en el tiempo fugaz de ese encuentro
ser uno solo, como solo sabe serlo la ceniza y el humo.



f.

Reclámame en la noche

 

Reclámame en la noche el final del acoso,
tenme sujeto a tus brazos,
a la humedad de tus labios,
a tus calientes pechos.
Se la tierra, el zaguán del puerto,
el muelle que me espera,
cada uno de mis sueños,
el temblor estremecido del deseo.



f.